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Resumen
Objetivo. El objetivo de este informe fue describir los hallazgos clínicos, ecográficos y quirúrgicos, así como la terapia instituida, en un caso raro de torsión ureteral asociada a hidronefrosis y ureterolitiasis unilateral en un perro. Evaluacíondel paciente. Una perra de 9 años fue atendida con antecedentes de hinchazón en la región de la oreja y un tumor en la glándula mamaria número 5 de la cadena derecha. Durante el examen de ultrasonido para la estadificación del tumor, se observaron cambios en el riñón y el uréter izquierdo, como dilatación pélvica y ureteral, sedimento y estructura diverticular en el uréter. Las manifestaciones clínicas no fueron específicas del tracto urinario y no sugirieron estos cambios. Se realizó una laparotomía exploratoria que confirmó el diagnóstico ecográfico de sospecha y permitió identificar dos segmentos ureterales torcidos. Se realizó nefrectomía unilateral izquierda y, a los 15 días del postoperatorio, no se identificaron alteraciones urinarias ni de laboratorio. Conclusiones. Así, fue posible verificar los cambios en el uréter y riñón izquierdos antes del desarrollo de los signos clínicos, lo que permitió instituir la terapia adecuada de manera oportuna y prevenir la progresión de la enfermedad.
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INTRODUCCIÓN
La estenosis ureteral (UE) es una condición urológica poco común que conduce a un flujo urinario restringido que culmina en hidronefrosis e hidrouréter proximal (1). Los seres humanos con UE tienen una predisposición a la formación de cálculos debido a la obstrucción del sistema colector renal, que retrasa el lavado de los agregados cristalinos provocando la nucleación, el crecimiento de los cristales, la agregación y, finalmente, el desarrollo del cálculo (2).
La estenosis se puede diagnosticar con base en la evidencia de hidronefrosis y dilatación ureteral severa durante el examen de ultrasonido (3), sin embargo, el diagnóstico definitivo se realiza mediante resonancia magnética y exámenes contrastados (1). En veterinaria, se han descrito torsiones en diferentes órganos (4,5) y se caracterizaron como una complicación grave que requiere un abordaje rápido para evitar la muerte del paciente (4).
Con respecto al sistema urinario de animales pequeños, los reportes de torsiones solo están relacionados con la vejiga urinaria (4), y no se encontraron descripciones de torsiones de los uréteres. Así, el objetivo de este informe es describir un caso sin precedentes de torsión ureteral en un canino adulto.
EVALUACIÓN DEL PACIENTE
Anamnesis. Una perra de raza mixta no castrada de 9 años (peso corporal 11,3 kg) fue remitida con el síntoma principal de aumento de volumen en la oreja derecha asociado con picazón intensa durante aproximadamente cinco días. Además, se informó un aumento de volumen en las cadenas mamarias, pero no se informó el tiempo de evolución.
Hallazgos del examen clínico. Tras el examen físico general, los parámetros vitales estaban dentro del rango normal para la especie. Sin embargo, se encontró una estructura con múltiples nódulos de consistencia firme, no ulcerada en la glándula mamaria número 5 de la cadena derecha. Se realizó examen otológico, y el oído derecho estaba agrandado y con contenido líquido.
Sospecha clínica. Las sospechas clínicas fueron otohematoma de oído derecho y cáncer de mama.
Exámenes de laboratorio, radiográficos y ecográficos. Se solicitaron hemograma completo, análisis bioquímicos (creatinina, urea, ALT, AF, proteínas totales y albúmina – Tabla 1), citología por aspiración con aguja fina de nódulos mamarios y pruebas de imagen (radiografía de tórax y ecografía abdominal). No se observaron cambios en los análisis de sangre, mientras que la citología sugirió cáncer de mama maligno de origen epitelial.
No se encontraron alteraciones radiográficas. El examen de ultrasonido se realizó con Logiq F6. (GE Healthcare, Chicago, IL) y transductor lineal con una frecuencia de 7.5 MHz. El riñón izquierdo medía 5.27 x 4.16 cm en su eje largo, con pérdida de la arquitectura renal normal y falta de distinción corticomedular. Se observó una marcada dilatación de la pelvis renal con presencia de contenido anecogénico y moderada cantidad de sedimento hiperecogénico (Figura 1A). Se visualizó el uréter izquierdo en la topografía habitual, de 1.65 cm de diámetro con contenido intraluminal similar al encontrado en la pelvis renal. Por tanto, los hallazgos ecográficos sugirieron hidronefrosis asociada a dilatación ureteral izquierda.
Se realizó una segunda ecografía una vez que el paciente estuvo en ayunas durante ocho horas. Se encontró una estructura hiperecogénica que formaba un sombreado acústico posterior (Figura 1B). La estructura medía 3 mm de diámetro y estaba ubicada en el uréter izquierdo próximo a la vejiga, compatible con ureterolitiasis. Además, era visible la presencia de una estructura diverticular en la parte posterior de los cálculos, lo que sugiere una torsión ureteral. Cuando se combinaron, todos los hallazgos clínicos y ecográficos sugirieron hidronefrosis debido a obstrucción ureteral, ureterolitiasis y torsión ureteral. Estos hallazgos llevaron a la elección terapéutica de una nefrectomía unilateral.
Procedimiento quirúrgico y tratamiento postoperatorio. El paciente fue sometido a laparotomía exploradora un día después del examen. No se estableció tratamiento previo a la cirugía. La medicación preanestésica se realizó con aplicación intramuscular de metadona (0.3 mg/kg) y acepromacina (0.015 mg/kg). El mantenimiento anestésico consistió en anestesia inhalada con isoflurano en la concentración necesaria para mantener el plano quirúrgico e infusión intravenosa continua de fentanilo (4 µg/kg/h) y lidocaína (1.5 mg/kg/h) para analgesia transoperatoria. Además, al inicio del procedimiento quirúrgico se utilizó cefalotina (30 mg/kg IV) y dipirona (25 mg/kg IV). El procedimiento se desarrolló sin complicaciones, se aplicó metadona (0.3 mg/kg SC) y meloxicam (0.1 mg/kg IV) inmediatamente después del procedimiento.
Durante el procedimiento, se observó que el uréter izquierdo estaba agrandado (Figura 2) y con aumento del peristaltismo. Se identificaron hidronefrosis, ureterolitiasis y torsión ureteral, confirmando los hallazgos ecográficos. La nefrectomía unilateral izquierda se realizó según lo descrito por Ferro et al (6). Tras el procedimiento quirúrgico, el paciente permaneció hospitalizado durante un día, recibiendo escopolamina (0.2 mg/kg IV cada 8 h), dipirona (25 mg/kg IV cada 8 h), tramadol (2 mg/kg IV cada 8h) y amoxicilina con clavulanato de potasio (12.5 mg/kg SC cada 12 h). Se prescribió el mismo tratamiento para continuarlo en casa por vía oral durante otros 10 días, y se añadió meloxicam (0.1 mg/kg). Se programó una visita médica dentro de los 15 días para una reevaluación y un nuevo análisis del perfil sanguíneo (Tabla 2).
Retorno postoperatorio. Quince días después de la cirugía, el propietario informó que el paciente se encontraba bien y sin evidencia de cambios en el tracto urinario. Además, no se identificaron cambios en el examen físico, hemograma completo o análisis bioquímico. Por lo tanto, se retiraron las suturas quirúrgicas externas y se dio de alta al paciente. Se recomendó la investigación y el tratamiento del cáncer de mama y el otohematoma, pero el propietario no respondió.
DISCUSIÓN
El presente informe proporciona información sin precedentes sobre el diagnóstico de torsión ureteral asociada con ureterolitiasis e hidronefrosis secundaria en un perro. Estas anomalías se detectaron mediante ecografía convencional y se confirmaron mediante laparotomía exploradora. Hasta la fecha, no se han encontrado reportes de torsión ureteral canina en la literatura.
La hidronefrosis se caracteriza por la dilatación de la pelvis y los cálices renales (1). Ocurre por acumulación retrógrada de orina en el riñón por condiciones obstructivas, culminando con la destrucción del parénquima renal (7). La obstrucción puede ser aguda o crónica, unilateral o bilateral, parcial o total, favoreciendo en la mayoría de los casos la dilatación del sistema de flujo del punto obstructivo, lo que facilita la estasis urinaria y aumenta el riesgo de infección (8).
Entre las etiologías de la hidronefrosis se encuentra la ureterolitiasis, que ocurre cuando la orina está sobresaturada de minerales y con una menor frecuencia de micción (9). Como en el caso reportado, el diagnóstico de esta condición se puede realizar mediante estudio ecográfico visualizando una estructura hiperecogénica que forma una sombra acústica en la topografía del uréter (10). Sin embargo, cuando no se realiza el análisis del cálculo ureteral, no es posible el establecimiento del tipo específico de ureterolitiasis, y esta fue una limitación en este caso reportado.
Además de la ureterolitiasis, se encontró una región diverticular en la región posterior del cálculo, correspondiente a la torsión en esa área. Hasta la fecha, no se reportó descripción de esta condición en la especie canina. En los seres humanos, esta afección se considera rara y no se ha establecido su etiología; sin embargo, se cree que puede estar asociado con fallas en el desarrollo embrionario o fetal (11). Aún así, la torsión de los uréteres puede ocurrir en pacientes con estenosis ureteral congénita (12) o después de un reimplante quirúrgico inadecuado del uréter en casos de uréter ectópico (13). Considerando que el paciente no tenía antecedentes de cirugía urinaria, se descartó la hipótesis de torsión secundaria a reimplante ureteral. Dado que el paciente tenía 9 años, la causa congénita se consideró menos probable asociada a esta condición; sin embargo, esta hipótesis no puede descartarse ya que la hidronefrosis fue asintomática y no se realizaron ecografías previas.
No fue posible identificar si la torsión ureteral fue primaria o secundaria a la litiasis en el caso reportado. Sin embargo, considerando que la obstrucción urinaria puede aumentar el riesgo de infección (8) y que la infección urinaria facilita la formación de cálculos de urato de amonio (14), se cree que la torsión puede haber ocurrido principalmente. Por otro lado, también se considera la hipótesis de que la torsión fue secundaria a litiasis, ya que se sabe que los casos obstructivos de los uréteres promueven la acumulación retrógrada de orina y, en consecuencia, cambios en la peristalsis de este órgano (7).
Independientemente del origen, cuando se identificó la hidronefrosis, la prioridad fue el tratamiento de esta condición. Si bien el paciente no tenía antecedentes de alteraciones urinarias o incluso cambios en los bioquímicos sanguíneos, se sabe que esta enfermedad puede promover una lesión renal, culminando en condiciones irreversibles o la muerte (15). Así, se optó por laparotomía exploradora para confirmar la torsión ureteral y luego por nefrectomía para remover el cálculo que estaba en el uréter izquierdo.
La detección ecográfica de estas anomalías fue crucial para el manejo del caso clínico. Se priorizó el tratamiento de la lesión renal antes de que el paciente presentara alteraciones de laboratorio o signos clínicos.
Este informe demostró que, incluso sin alteraciones de la presentación clínica y de los exámenes de laboratorio, la ecografía en modo B permitió la identificación de torsión ureteral e hidronefrosis secundaria. De esta manera, fue posible establecer la terapia adecuada con prontitud y prevenir la progresión de la enfermedad y el desarrollo de síntomas clínicos.
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INTRODUCCIÓN
EVALUACIÓN DEL PACIENTE
DISCUSIÓN